La imperiosa necesidad de una nueva Ley del Deporte

Dentro de pocos días nuestra Ley del Deporte cumplirá 30 años. En estos 30 años la realidad de nuestro deporte ha cambiado radicalmente. El deporte español ha crecido exponencialmente, dando un salto cualitativo y cuantitativo enorme. Por eso, se hace imprescindible la aprobación de una nueva Ley del Deporte que no sólo actualice la existente sino que establezca las herramientas legales necesarias para que el deporte español sea un referente mundial. Una Ley a la altura de nuestros deportistas.

El 1 de febrero de 2019 el Gobierno aprobaba el Anteproyecto de Ley del Deporte. Sin embargo, después de haberse abierto el procedimiento de consulta pública el Proyecto de Ley no ha llegado al Congreso de los Diputados para su tramitación y posterior aprobación. La convocatoria anticipada de elecciones, la repetición de las mismas y la actual crisis del coronavirus ha retrasado su tramitación.

Pero la pandemia que vivimos no debe ser la excusa para no abordar la reforma de la Ley, al contrario, es ahora cuando se ha podido ver más crudamente las carencias, diferencias y problemas de nuestro deporte. Ahora es cuando sea hace más urgente y necesaria su aprobación.

La vigente Ley del Deporte paradójicamente no regula el elemento más importante y clave en el deporte, el deportista, por ello, es imprescindible que la nueva Ley del Deporte desarrolle un Estatuto del deportista, estableciendo los derechos y obligaciones del mismo. Un Estatuto que debe ser igualitario, promoviendo la participación de la mujer en el deporte y removiendo los obstáculos que actualmente lo dificulta, e inclusivo. Además, debe diferenciarse entre las diversas realidades existentes, la del deportista aficionado y la del deportista profesional en todas sus vertientes (deportistas que compiten en deportes de equipo, deportistas individuales, deportistas profesionales que gran parte de su temporada compiten con la selección nacional, etc.).

La mejora de la financiación es clave para garantizar el futuro de nuestro deporte, por ello, una nueva Ley del Deporte debe establecer instrumentos que otorguen seguridad jurídica y, de esa manera, se garantice una colaboración público-privada estable y duradera.

Por supuesto, la próxima Ley del Deporte debe apostar firmemente por fijar mecanismos de regeneración y transparencia en las federaciones deportivas para que no vuelvan a ocurrir los hechos que, desgraciadamente, hemos podido ver en los últimos años, que empañan el buen hacer de nuestro deporte y que no ayudan a que patrocinadores apuesten por el mismo. También es necesario aclarar y delimitar las competencias entre federaciones y ligas profesionales. Otro aspecto de mejora en la futura Ley del Deporte es la justicia deportiva.

También sería un buen momento para actualizar disposiciones, que inicialmente estaban en la Ley del Deporte y que actualmente no están. Se trata de amenazas directas a los valores intrínsecos del deporte, esto es: el dopaje, la violencia y el amaño de partidos. Tres amenazas que deben ser combatidas con las armas legales más avanzadas.

En definitiva, muchas reformas necesarias e inaplazables para poner la legislación deportiva a la altura de nuestro deporte y nuestros deportistas.