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En este artículo explicamos qué ocurre si no hay testamento, qué trámites son necesarios y por qué hacerlo a tiempo puede ahorrarte meses de gestiones y miles de euros.
Cuando el fallecido ha otorgado testamento, todo el procedimiento es más rápido y claro.
 El documento indica expresamente quiénes son los herederos y qué parte corresponde a cada uno, conforme a su voluntad y a los límites legales establecidos en el Código Civil.
En este caso, los trámites suelen resolverse en pocas semanas y los costes son sensiblemente menores.
Cuando no existe testamento, se inicia lo que legalmente se conoce como sucesión intestada.
 Esto implica que no hay una voluntad expresa del fallecido, y por tanto, la ley determina quiénes serán los herederos.
Hacer un testamento es rápido, económico y revocable en cualquier momento.
 Cualquier persona mayor de edad puede acudir a una notaría y dejar por escrito su voluntad, con la tranquilidad de saber que sus bienes se repartirán conforme a su deseo y sin complicaciones para sus seres queridos.
Además, se puede modificar o actualizar tantas veces como sea necesario a lo largo de la vida, adaptándolo a nuevas circunstancias (matrimonios, nacimientos, divorcios, adquisiciones de bienes, etc.).
Planificar una herencia no solo evita meses de trámites, sino también situaciones incómodas y costosas para la familia.
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Planificar a tiempo evita complicaciones futuras.
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